domingo, 15 de febrero de 2009

Justificaciones de la desigualdad

Siguiendo una clasificación parecida a la que realizó Max Weber puede decirse que una sociedad legítima su estratificación gracias a tres criterios:
1. La tradición o costumbre. Se reproducen determinada concepciones de la vida de generación en generación e intentan perpetuarse. Se argumenta que “siempre ha sido así” y se enseña a los individuos a aceptar y reconocer determinadas formas de estructuración social. (Así se justifica el trabajo de las niñas en casa.)
2. La justificación ideológica. Se basa en la tradición y pretende justificar de forma más sistemática un determinado sistema de creencias o formas de entender la vida en común. Esta justificación ha estado muy unida a las creencias religiosas y actualmente está muy vinculada a un cierto uso de los medios de comunicación de masas. (La opinión de Nietzsche sobre el cristianismo: religión que fomenta la resignación de los pobres. La división de castas y su reflejo en la religión.)
3. La justificación legal. Se refiere al sistema de leyes que, bajo la autoridad del Estado, garantizan la existencia de un sistema de asignación de rangos y recompensas.

Habría que preguntarse por qué se aceptan voluntariamente las situaciones de desigualdad y qué mecanismos psicosociales influyen en las decisiones del individuo. Según G. H. Mead el individuo se configura una imagen de sí mismo en función de las reacciones de los demás ante nuestras acciones. Es a través de los demás como definimos quiénes somos. A este proceso se le llama autoevaluación.
En una estructura social son los integrantes de las clases más bajas los que suelen tener una autoevaluación más baja y una imagen de sí mismos como gente que no merece más. Hay algunos aspectos muy importantes para comprender esta baja evaluación:
La educación. Los hijos de la clase trabajadora aprenden a respetar la autoridad porque sí, mientras que a los de la clase media y media-alta se les anima a una mayor independencia y confianza en sus capacidades.
La estructura ocupacional. En sus puestos de trabajo los miembros de las clases más bajas desempeñan puestos en los que deben obedecer con frecuencia. Esta obediencia aumenta el sentimiento de inferioridad.
Los medios de comunicación. Las imágenes que recibe la clase trabajadora de sí misma a través del cine y de la televisión son, por un lado negativas y por otro suelen aparecer como resignados a su situación, aceptando que les ha tocado vivir en las peores condiciones del sistema. (Ejemplos: El documental de Bowling for Colubine: la imagen de los negros en los informativos. Las informaciones sobre los gitanos suelen ser negativas o folclóricas, pero no se hace referencia a la gran cantidad de gitanos que son trabajadores, abogados, profesores, médicos, etc.)
Aunque estos mecanismos favorecen una aceptación de las diferencias y de la desigualdad, no puede decirse que se acepte cualquier situación de desigualdad. Si la estructura social fuera tan rígida que no permitiera la movilidad social, los individuos pensarían que la única forma de transformar esa estructura sería a través de un conflicto o una revolución. Por ello la movilidad vertical ascendente, la que posibilita pasar de una situación social y ocupacional a otra de rango superior, es un aspecto fundamental no sólo para los más desfavorecidos, sino también para las élites, pues de esta forma legitiman mejor su posición sin poner en peligro sus recompensas.

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